CADA UNA MARÍA, por Carmen Sánchez

mayo 1, 2024

“Jesús quiso ser parte de esta humanidad como el hijo de Dios desde el útero de una mujer. María no se consideró nunca una diosa, sino una mujer de pueblo.» – María del Pilar Silveira 1

I. Afirmaciones y asombros a partir de sus señas de identidad….

María, Madre de Jesús, escogida y visitada por el Ángel portador de la buena nueva, la que hizo de la solidaridad un asidero universal. Tú, en cuyos brazos se consuelan tantas almas en pena y son acogidos los que alguna vez encontraron pedazos de alegría. Tú, sostenedora, que hace espacio para excluidos y despreciados en el nido de tu misericordia amorosa e incondicional.

María, Madre de Jesús, Madre en singular y Madre en plural. Madre de tantas maternidades en esta tierra. Maternidades idealizadas, concebidas, negadas, atribuidas, nacidas, criadas, queridas, errantes, abandonadas, arrepentidas, lúcidas, enloquecidas, abusadas, sostenidas.

María, Madre en la serenidad, en la placidez y en la incertidumbre vital, Madre en dualidades, dicotomías y en todo lo paradójico de la vida. María, Madre «todoterreno», inspiradora en caminos empedrados y en tantas cuestas empinadas de la vida.

Madre María en los pantanos, sosteniéndonos en los ríos y en las alambradas que nos separan de la esperanza. María, Madre en el desarraigo. María solidaria en la migración universal y Madre amorosa en medio de todas las vueltas. Madre en el intento, Madre en la oquedad, Madre en el desamparo sin tregua y en lo absoluto de la orfandad ilimitada.

María Madre de la atemporalidad, inspiradora de tantos tiempos, des-tiempos, contratiempos y no tiempos. Madre en el camino de las certezas y del caudal de dudas que le vienen aparejadas. María Madre que junto con su hijo no juzga, no excluye, no ningunea.

María mutación amorosa en cada mujer, no importando historia, situación, contexto, pretexto o condición alguna. María en medio de gracias y desgracias encadenadas. María en medio de tormentos grandes y de tormentas monumentales que no amainan.

María en el cuerpo y en los nombres de todas las mujeres de la tierra, no importa oficio, pecado, credo o religión. María, Madre de Jesús y en Jesús el soporte de todas las paternidades reconocidas por el Padre Universal.

María en la taza de café, en la taza de té, en el jengibre y en el chocolate de agua con pan; María en la aurora boreal y en las auroras de todos los días, María en el desayuno y en todos los ayunos forzados.

María Madre evocada en toda dignidad y en toda opresión. María soste- nedora en las alegrías y en los tantos duelos sin cerrar. María en cada madre desesperada indagando extravíos y desapariciones familiares, María surtidora de ternuras y consuelo.

María realidad vital, Madre María futurista, mediadora ante guerras y conflictos. María trascendiendo nuevas esclavitudes. María atenta al riesgo, al nada por sentado y al nada seguro. ¡Ay Samaritanas de ayer y de hoy!

María en las cárceles y en todos los burdeles, combatiente de tratas, proxenetas, indignidad y servidumbre. María desatando nudos de corrupción, carencias, manipulaciones e inequidades. María aquí, María allá…y “por ahí María se va” 2 … María en Guadalupe, Socorro, Cabrini, Suyapa, Pilar, Coromoto, Caridad del Cobre, Mercedes, Altagracia, .. ¡María local y María global …! 3

María, Madre inspiradora de la siembra y de la cosecha. Madre del desarraigo absoluto y relativo. Madre en la piedra y en el puente, en el horizonte perdido de todos los desempleados. María más acá que más allá. María presencia en los tiempos difíciles para los enfermos y terribles para los desesperados.

María, la del Magníficat, la del compromiso, la del pesebre. María custodia, la del relato imperecedero. María misericordia y consuelo ilimitados. María acción que invita a la calma. María Madre intuitiva, que capta, coge la seña y actúa, María la madre de Dios, María la madre de todos… María identidad multiplicada en cada mujer. 

 II. “Con flores, con flores, con flores a María, María no es la misma, que todos se creían” 4

2.1 Evocando retazos de infancia por donde escapan duendes, sueños y dudas…

Y es así como desde un pueblo laborioso y polvoriento, con inmensidad de duelos abiertos y desamparos históricos, la presencia de María la Madre de Dios siempre fue relevante, sagrada y emancipadora.

Las abuelas vivían con la Virgen María a flor de piel. Aferradas a su Hijo, que también era Padre y Espíritu Santo, en el manto del misterio que envuelve la Trinidad.

Recuerdo a las Siervas de María, colocando flores en el altar, puntuales en la procesión, limpiando bancos en la iglesia, devotas del Rosario de las 5:00 de la tarde, visitadoras de enfermos…

Recuerdo la convicción de Doña Zunilda con su constante…“me agarro de Dios y de la Virgen cuando voy para el suelo, y si me caigo juro que ni tan duro me doy. Es más, ni siquiera me dejan caer”.

El saludo de Doña Julia, cuando en las tardes compartía el café con sus vecinos, era constante: “aquí mi’ja quebrantada, ya no me cabe un achaque más, pero con la fe puesta en Jesús y en su Madre, que de mi casa nunca se van”. 

Doña Asia, con varias hijas, hizo suyas las obras de misericordia corporales y repetía: “doy de comer al hambriento, doy de beber al sediento, pero NO le doy posada al peregrino; solamente Jesús y María pueden venir…y hasta sacarme de la casa a mí.”

Hay que vivir la realidad del desamparo radical, para poder apreciar en su máximo esplendor la grandeza fecunda e inamovible de la fe. Hay que sentir la plenitud de la impotencia ante unas manos vacías, para dar cuenta de las certezas que se tejen con hilos invisibles y sostenedores, cuando todo lo que ni siquiera ha llegado, se esfuma sin cesar.

Y cuán palpable se hacen la cercanía y la misericordia de María, para apelar a la esperanza, como única surtidora al por mayor y al detalle en el camino.

María, Madre, la escogida, la visitada por el Ángel portador de la Buena Nueva, la que hizo de la solidaridad y la ternura un asidero seguro. La que en sus brazos consuela a tantas almas en pena y a las que encontraron algún resquicio de alegría.

María, la del Magníficat y la del compromiso a toda prueba. María la que custodia, la de las fortalezas probadas, la del “hagan todo lo que Jesús les diga”. María, Madre de Dios, la del relato imperecedero, con su comprensión a flor de piel, la que invita a mantener la calma, la intuitiva que capta al vuelo, la que coge la seña, acompaña y actúa con asertividad.

Excluidos y marginados de aquí y de allá, agradecen tu misericordia desde el amor más radical. Madre de todos los tiempos, gracias por tu estrella para caminos tan laberínticos y empedrados. Gracias María Madre Universal, por la presencia que cobija, por el abrazo que sostiene, por la mirada que confía y por la certeza de que SIEMPRE ESTÁS. 

– Carmen Sánchez

 

1. Doctora en teología. Experta en devociones marianas populares. Profesora de Boston College. Universidad jesuita en Massachusetts, Estados Unidos. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/ articles/c4newgn4336o
2. “Por ahí María se va»: Composición musical del folclor popular dominicano.
3. Según la teóloga María del Pilar Silveira “la Virgen tiene numerosas “advocaciones”, como se conoce a los muchos modos de llamarla. Es importante comprender que a lo largo de la historia la fe en la Virgen se “incultura”, se hace parte de la cultura particular de cada lugar”.
4. Canción “Con flores a María”. Autor Luis –Terror- Díaz. Grupo CONVITE, interpretada por Ana Marína Guzmán, 1975 https://www.youtube.com/watch?v=JFxFKhHUS-c
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