La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo desde los zapatos del otro

marzo 1, 2024

 

Al recibir la invitación de escribir este artículo decidí pedir al Espíritu Santo que me indicara qué expresar en palabras, solo Él como abogado, (Juan 14, 26). Y cuando el Padre enviara al Espíritu Santo como consejero e intercesor, actuando en mi nombre, permitiera que estas letras traspasen nuestras almas. Pensando en la Pasión de Jesús, con sus caídas y tropiezos, mirándolo desde la vida de todos aquellos que se encuentran atrapados en la dependencias a: sustancias, pornografía, tecnología, personas e ideales de éxito sustentados en las seducciones del mundo y de la envidia como raíz de muchos de nuestros males; creo pertinente compartir con ustedes más que una descripción de tantas historias que hemos podido escuchar, tres frases que me representan como persona puesto que uno de los signos de vivir en libertad es tener identidad. Así nos aceptamos sabiendo que por nuestras propias fuerzas sería imposible levantarnos y volver a empezar cada día.

Es así que me presento: soy una mujer de unas cuantas décadas de edad, amada y bendecida por Dios; vengo de una familia de tres hermanos donde soy la mayor, con unos padres muy buenos que al llegar a su juventud solo pensaron en cómo ayudarse y ayudar a otros a salir adelante. Esto suena genial, pero aquí viene la primera frase personal a compartir con ustedes: “No basta con ser buenos, bueno solo es Dios”. Mis queridos padres, y sobre todo mi madre, siempre se ocuparon de ayudar; pero por sus propias fuerzas, dejando en segundo orden clamar a Dios, pues frases como: “Dios dice ayúdate que yo te ayudaré” son todavía parte de su vocabulario; por lo cual, por su buenas acciones fueron arrastrados a sutiles conductas adictivas al trabajo, a mantener la imagen, entre otras, pues no siempre las adicciones son sensacionalistas o llamativas y esto permite que se gesten mayores dependencias esclavizantes. Al ponerme en los zapatos de mi madre pude tener una sensación perturbadora desde su interior, pues ella se ha entregado de una forma descomunal a su esposo fallecido con el cual compartió más de 50 años, quien le fue arrebatado por un cáncer en 90 días. Todos fuimos testigos de cómo la enfermedad de los seres amados es devastadora y también reveladora cuando estamos atento a los designios del Altísimo. Me decía una señora del edificio donde ella vive actualmente: “Es un placer conocerle, tiene usted una madre muy noble y servicial de las que ya no hay”. ¡Qué bonito!; pero volvamos al punto, no es por el mucho hacer que entraremos al Reino, y estando en los zapatos de mi madre siento un agotamiento y su miedo a estar sola, miro su necesidad de estar dando sin parar para ratificar su valor. ¡Oh padre, qué agotador! Con razón ella comenta: “Mi hija, no me gusta estar sola”, a lo cual yo le respondo con silencio. Hermanos queridos, si tienen mayores en su familia o entorno, los invito a decirles fuerte y claro que están ahí para ellos, pues la longevidad es una gracia en la medida en que manos caritativas se disponen a acompañar en los tropiezos y caídas. Segunda frase para compartir: “Los amigos son la familia que Dios te permite elegir”.

Cerrando el año 2023, el cual fue cargado de muchas circunstancias difíciles para mí, pude compartir con una amiga-hermana y tres de sus hijos, los cuales soy testigo de cómo luchó y oró para tenerlos, pues su primer hijo era adolescente cuando llegaron los demás; observando a estos caminando junto a mí, una ahora con 11 y unas mellizas de 13 años, me puse en los zapatos de mi amiga y Jesús me permitió ver su valentía, amor y entrega de una forma hermosísima; pues tener tres jovencitas con intereses distintos pidiendo y esperando, no es tarea fácil. Así que pensé en mi día a día laboral, como profesional de salud mental especializada en el área infanto-juvenil; acompaño a padres y les diseño intervenciones con actualidad científica, con ética y humanismo, incluso salpicadas de mi experiencia como madre de dos hijos de 21 y 33 años. No obstante, al ponerme en los zapatos de mi amiga pude tener los sentimientos de los padres que me visitan desesperados, decepcionados, heridos y, sobre todo, muy agotados; enganchados a la tecnología, al alcohol, a medicamentos para dormir o a ansiolíticos. Ahí comprendí que mi consulta y la de aquellos que tengo el honor de supervisar debe recargarse de las tres C: Caridad, Compasión y Comprensión para con los padres o tutores, pues hoy más que nunca debemos ser luz para aquellos que nos necesitan. Siendo la sal de la tierra, somos también luz del mundo y nuestra luz no se debe esconder, Mateo 5, 13-16.

Mi tercera frase para compartir: “Es de bien nacidos ser agradecidos”. Hermanos, el agradecimiento es un sentimiento muy especial que nos ayuda a no pensar solo en nosotros para mirar a otros como proveedor y sostén. ¡Qué cosa tan linda, divina, aunque escasa, ¡sí!, Jesús mismo, al sanar a los diez leprosos, preguntó al ver solo uno que se devolvió a dar gracias, ¿no fueron diez? Y en la cruz, ¿dónde estaba su gente? Cuántos nos hemos sentido abandonados en algún momento de nuestra existencia.

Es así que te invito conmigo a ponerte en los zapatos de Jesús, ahora deja lo que estés realizando y detente a vivir los sentimientos de Jesús cuando solo uno de los que fueron sanados se devolvió; allí pudo haber experimentado tristeza, enojo; pudo haber dicho: “Mira estos ingratos, yo sanándolos y ni una notica de agradecimiento, yo que he hecho todo por ellos. ¡Con esta temperatura venir hasta acá!, ya no se puede ayudar a nadie”,… Bueno, creo en fe que estas notas internas pudieron tocar las puertas del corazón de Jesús, al igual que tocan al de cada uno de nosotros una y otra vez. La diferencia está en que en el corazón de Jesús no penetra el desánimo ni se atormenta por los embates del día a día, pues Jesús mismo se mantuvo orante en todos los momentos de su Pasión y nosotros muchas veces dejamos de orar.

Al concluir este artículo, poniéndonos en los zapatos de Jesús, me llegan al corazón unas palabras de un sacerdote en el marco de una homilía dominical donde comentó que este año 2024 los tiempos litúrgicos llegan muy rápido, y me pregunto, en la pedagogía de Dios Padre ¿qué nos quiere decir? Ponerme en el zapato del otro es interpretar con amor, con misericordia y con sabiduría las acciones de los demás y las mías propias; salpicadas de responsabilidad por el propósito para el cual hemos sido creados: alabar y reverenciar a Dios sobre todas las cosas, practicando el entendimiento profundo de la Pasión de Cristo como parte del camino a la salvación eterna y como regalo para todos desde la realidad en que nos encontremos.

 

-Zuleika Morillo, MD

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