En un mundo globalizado y en una sociedad en donde los “millenials” representan un mayor porcentaje de la población adulta, las relaciones o interacciones entre las personas han cambiado. Estas relaciones van desde el ámbito laboral, hasta las amistades interpersonales, en donde se incluyen las relaciones con nosotros mismos y con Dios. Por un lado, en el ámbito laboral un millenial generalmente busca reconocimiento y un deseo de hacer aquello que es “realmente importante”. Es decir, un millenial intenta trabajar en lo que satisface su deseo de “grandeza”, más allá de buscar estabilidad como era la prioridad de otras generaciones. En este sentido, los millenials frecuentemente cambian de trabajo, en su búsqueda perpetua de hallar lo que los complementa y permite acercarlos a lograr sus grandes metas de vida. Por otro lado, en lo que respecta a las relaciones interpersonales, un millenial prefiere las interacciones a través de una pantalla, esto es, aplicaciones y por ende relaciones que no son cara a cara. Por tanto, contrario a otras generaciones, los millenials carecen de hábitos de comunicación. Todos estos aspectos afectan también la relación que llevan los millenials con Dios, la cual más bien ha pasado a otro plano para esta generación, sin embargo, me atrevo a decir que es la época en donde más se necesita a Dios.
Actualmente, las informaciones fluyen de forma muy rápida, de modo que uno se encuentra expuesto a un gran flujo de información, que moldea la forma en que pensamos y deja poco espacio o tiempo para desarrollar una relación con Dios. En gran parte de estas informaciones se evidencian deconstrucciones sociales y relativismos que hacen ver estas como “normales” y por ende se tiende a actuar conforme a estos valores y principios. En este contexto es sumamente necesario apegarse a las tradiciones familiares y seguir un lineamiento que desde la perspectiva social quizás es irracional, sin embargo no lo es desde una perspectiva eclesiástica. En efecto, muchos de los valores
que nos enseña la vida cristiana pueden ser vistos como algo anormal, pues promueve sacrificarse a sí mismos por los demás, aun cuando esto no sea retribuido. Hoy en día es necesario hacer espacios para mantener la fe en Dios. Asimismo, es primordial integrar en el día a día informaciones e interacciones que promuevan y hagan crecer nuestra fe. Un ejemplo de estos espacios puede ser la vida en comunidad, ya que en un contexto de vida comunitaria se relaciona un grupo de personas que busca incrementar su relación con Dios y donde se promulga la tolerancia, el apoyo incondicional y el cariño tal como nos enseñaba Jesús.
Otra de las relaciones que se han visto transformadas de una generación a otra es aquella que se lleva consigo mismo. De hecho, los millenials otorgan un peso muy alto a la valoración que tienen los demás hacia ellos. Es por esto, que aplicaciones como Facebook, en donde los “likes” (o “me gusta”) crean espacios en donde los millenials encuentran aprobación, aveces pueden llevar a estos a hacer aquello que es más atractivo para los demás. Esto hace que los millenials se encuentren más ajenos a su propia visión e ideales y lo hacen propensos a buscar fuera una aprobación de los demás. Sin embargo, Jesus nos dice: “Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.” (Marcos 12:31: 31) Una buena autoestima es imprescindible para cultivar las relaciones interpersonales .
Debido a que la evolución social ha transformado la forma de pensar e interactuar de los millenials, es necesario que los mismos refuercen su relación con Dios. Esto no quiere decir que el millenial debe rechazar estas trasformaciones sociales, sino más bien comprenderlas y evolucionar de forma que minimice aquellas características que lo perjudican. Parte de esta tarea será fructífera en la medida en que reforcemos los dones que nos otorga la vida cristiana. No debe existir un contraste en nuestro día a día y nuestra vida eclesial. Para ello, es necesario incrementar los espacios en donde interactuamos con Dios. En mi vida he aprendido a otorgar ese tiempo a Dios e integrar en todas mis relaciones aquellas cosas que Él me enseña. Por tanto, en mis relaciones de trabajo, intento ser paciente y tolerante, amando a los demás tal como son y ayudándolos en la medida de lo posible. En mis relaciones interpersonales intento mostrar mi cariño, sin juzgar al otro o esperar nada a cambio. De hecho, en mi relación con mi pareja, integré siempre a Dios, de forma que esta creciera de forma cónsona con nuestra relación con Dios. Asimismo, mi relación con mis padres me ha ayudado a ponderar mejor aquellas cosas que provienen del mundo y las que provienen de Dios. Un joven/adulto millenial que busca ser feliz necesita la fortaleza y principios que Dios provee. Es por esto que hoy en día es aún más necesario fortalecer la relación con Dios, pues es justo lo que necesitamos.
Ariadne Maridena Checo de Suarez
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Excelente… Me encantó
Amen!
De acuerdo totalmente.
Amè este artículo
Bien
Excelente articulo muy atinado para estos tiempos donde los mas jovenes se estan alejando de la fe
Gracias ¡Bendiciones!